La definición y diseminación de valores sirve para atraer y retener al mejor talento en las organizaciones. A su vez, son los equipos los que velan y potencian esos valores. Si le sumamos agilidad, se cumplen los requisitos para una organización adaptada al contexto actual.
La base de la gestión del talento son los valores. Esos fundamentos son importantes, y deben ser el punto de partida. A veces la obviedad hace que se pongan en la tercera o cuarta línea de consideración. Nada más lejos de la realidad. Incidir en los valores da la oportunidad para construir una hoja de ruta continua, consistente y de una duración adecuada.
Esta base sirve para atraer al talento más adecuado para la organización. Ello es así porque se consigue una alineación perfecta con lo que quiere la persona y lo que busca la empresa. Si el valor es el respeto a los derechos básicos de los consumidores, esto mismo se aplicará en el respeto al talento de la organización. Las acciones vinculadas pueden ser, por ejemplo, potenciar el equilibrio entre la vida laboral y la personal. O, también, dar fuerza y autonomía al mismo talento.
Si la organización quiere ofrecer un servicio transversal e inclusivo, el valor interno será la contratación abierta a la diversidad. Lo mismo ocurre en si se apuesta por la flexibilidad en el servicio post-venta. La contrapartida en la organización es que se será flexible y adaptable a las necesidades del talento interno.
Todo ello, evidentemente, implica beneficios mutuos. Si uno da, el otro responde positivamente. Esos valores fundamentales definidos y traspasados a la organización dan seguridad para el éxito futuro de la empresa.
Por lo tanto, los valores son un reclamo para el cliente y para el talento. Los valores que se quieren transmitir al exterior deben tener una contrapartida en el interior. Esos mismos sirven para dar la generación de una empresa de éxito.
Todo ese talento se agrupa, evidentemente, en equipos. En la reciente entrevista en Liderando en Positivo, el CEO de la Mobile World Capital, Carlos Grau afirma que «no estamos en un mundo de superhéroes, sino de equipos». Ante esos equipos, dice Grau, el buen líder es aquel que sabe «reconocer que las cosas están cambiando y desarrollar la capacidad y flexibilidad para poder adaptarse»
A ello se le puede añadir que el talento debe estar involucrado en el quehacer de la organización. El líder debe implicar al talento para vincularse en el proyecto. Es importante dejar que exista el fracaso. Con ello se puede reconstruir el futuro, porque los errores sirven para ser subsanados.
En el contexto actual, esos equipos debe apostar por la agilidad. Un equipo ágil es aquél que dispone de unos objetivos con unos recursos interconectados y capaces de activar el desarrollo adecuado del proyecto.
Para generar equipos ágiles cabe incidir en una cultura de interconexión que evite activar conflictos internamente. Y, otra vez, volvemos al liderazgo que se capaz de movilizar dicha agilidad. Bajo, evidentemente, los valores fundamentales de la organización.
Fuente: Boletn CEDE