- El recurso al correo electrónico, en ocasiones, puede ser contraproducente para la toma de algunas decisiones que, mediante una reunión dirigida y limitada en el tiempo, puede resultar mucho más eficiente
- Si la cadena de correos electrónicos ha superado un cierto número de mensajes, como siete u ocho, puede ser un indicativo de que la discusión se ha vuelto compleja
Después de años de adaptación al trabajo remoto, hemos aprendido que no todos los problemas se pueden resolver mediante correos electrónicos o chats en las herramientas como Teams, Skype o Google Meet. Esta evolución hacia la comunicación digital ha sido tanto una victoria como una lección de adaptación. Pero su uso no quiere decir que sea la mejor solución para la resolución de un problema dentro del despacho.
El entorno laboral actual nos ha llevado a valorar la eficacia de la comunicación digital, pero también nos ha mostrado sus limitaciones. Cuando nos encontramos inmersos en largas cadenas de correos electrónicos, con asuntos que se alargan en un interminable «Re:», es momento de replantearnos si quizás debiéramos haber convocado una reunión desde el principio. Sobre todo, cuando participan diferentes personas y se terminan solapando respuestas y diferentes discusiones.
El uso del correo electrónico
El recurso al correo electrónico, en ocasiones, puede ser contraproducente para la toma de algunas decisiones que, mediante una reunión dirigida y limitada en el tiempo, puede resultar mucho más eficiente.
El correo electrónico ha sido durante mucho tiempo el caballo de batalla de la comunicación empresarial. Es rápido, conveniente y permite a los profesionales enviar y recibir mensajes en cualquier momento y lugar. En entornos donde la toma de decisiones no es urgente y se necesita documentación detallada, el correo electrónico es una herramienta invaluable.
A pesar de sus ventajas, tiene limitaciones significativas. La falta de interacción en tiempo real puede dificultar la resolución rápida de problemas y la generación de ideas creativas. Además, la comunicación por correo electrónico a menudo carece de tono y contexto, lo que puede llevar a malentendidos y conflictos.
Cuando se trata de discusiones complejas o decisiones críticas, el correo electrónico puede resultar insuficiente. La ausencia de expresión facial y lenguaje corporal puede dificultar la comprensión de las emociones y las intenciones detrás de los mensajes. En ocasiones, pueden llegar respuestas que en una reunión cara a cara no se darían. En estos casos, convocar una reunión puede ser la mejor manera de garantizar una comunicación clara y efectiva.
Fuente LegalToday.com
Autor: Fernando Biurrun Abad