El modelo industrial de las ocho horas está mutando a otros formatos de trabajo. La demanda de flexibilidad se acentúa. De momento, la oferta aún no se ha equilibrado. La incorporación laboral de las nuevas generaciones dará pie a integrar como normal el trabajo flexible.
Tres turnos de ochos horas para que la empresa no pare durante las 24 horas. Ese modelo está aún vigente en el sector industrial que necesita una producción continua. Lo que ya desparece es la traslación de ese modelo en otros sectores. Es el fin, como dicen algunos, del modelo '9-to-5'.
Tanto en las grandes empresas como en las pymes, el modelo de trabajo flexible permite formas más ágiles de trabajo, contratos por proyectos y la integración de talento con múltiples capacidades en equipos virtuales.
De hecho, hay estudios que confirman el aumento de la demanda de un modelo flexible para trabajar. Casi la totalidad de los millennials lo ven como una prioridad. Una gran mayoría de los empleados creen que es mucho más atractiva esa forma de trabajar. El problema viene de la oferta. Muy pocas empresas ofrecen la flexibilidad como un valor. Pero no es menos cierto que en ciertos anuncios se habla de opciones 'casi-flexibles' como el horario intensivo los viernes, la mayor libertad para elegir días festivos personales o la flexibilidad horaria por cumplir objetivos.
Si se empieza por las desventajas, existentes pero superables, las empresas pueden tener más dificultades de crear flujos efectivos de trabajo con las personas disgregadas -pero interconectadas- en lugar de tenerlas en la empresa. También es más difícil tener acceso directo en momentos de urgencia puntual cuando la persona no está en la oficina.
Desde el punto de vista de los trabajadores, si no hay disciplina es muy fácil confundir la línea entre trabajo y ocio personal cuando no se está en un entorno de trabajo 'clásico' y supervisado. A su vez, se pueden generar tensiones en las empresas entre los que disponen de modelo flexible y los que, por sus funciones, únicamente pueden estar en las oficinas.
Ante esos elementos, hay beneficios para las empresas con un modelo flexible. En entornos competitivos, la oferta de flexibilidad es un valor importante para atraer y retener talento. Las grandes corporaciones lo saben, y empiezan a reaccionar ofreciendo aspectos similares a las de las empresas más ágiles.
Ese aspecto también incide en la retención del talento. Muchas de las encuestas de satisfacción en el puesto de trabajo tienen la nota más alta en aquellos puntos que indican los aspectos de flexibilidad que ofrece la empresa.
La interconexión global, con servicios de contactos con clientes y proveedores a nivel global, ha generado la necesidad de disponer de personas con horarios flexibles para atender esas demandas globales.
En relación a la productividad, ya ha quedado altamente demostrado que cuando alguien trabaja donde quiere, cuando quiere y como quiere, bajo unos objetivos claros marcados, la productividad aumenta y, además, se termina haciendo más de lo que se ha pactado.
La prueba final llegará cuando la generación que ahora tiene entre 5 y 10 años empiece a entrar en el mercado laboral. En su cabeza estará el poder trabajar de forma autónoma y desde cualquier punto del planeta. Tiempo al tiempo.
Fuente: Boletín CEDE