Esta crisis sanitaria nos ha servido para tomar conciencia de muchas cosas. Por ejemplo, de que el término RSC ya está anticuado, porque las necesidades mundiales van mucho más rápidas que este concepto que hemos mal usado, malinterpretado y malentendido desde hace demasiado tiem po. La Responsabilidad Social Corporativa suena a vieja economía, y necesitamos una nueva
Resulta paradójico que hablemos de la necesidad de hacer evolucionar un concepto que todavía muchísima gente des-conoce. Pero está pasando. Sin embargo, en el fondo, lo llamemos como lo llamemos, hablamos de lo mismo.
Hacer RSC es mucho más que cumplir la ley o gestionar con ética, aunque eso es lo primero. La RSC es mucho más que evaluar y trabajar los impactos ambientales y sociales que provoca una actividad empresarial, aunque eso es imprescindible. Es mucho más que ser consecuente con todas las personas que sostienen la actividad de cada empresa en cualquier punto de su cadena de valor, aunque eso es primordial. Y desde luego, la RSC es mucho más que ayudar a la sociedad, aunque esa es la mejor consecuencia.
La RSC o el compromiso social de las empresas es una forma de ser, una manera responsable de hacer y gestionar desde las mismas entrañas de la organización. Poner al mismo nivel los resultados económicos, sociales y ambientales. Tener habilidad para comunicarse de forma efectiva y productiva con todos los públicos de interés, mirar a largo plazo y poner el foco en las personas reconciliándose con la vida que le rodea. Y todo eso, siendo muy conscientes de que las empresas existen mientras son rentables, es su primera responsabilidad social. Así que, si la RSC no es rentable, no es RSC. Porque el compromiso como agentes de cambio tiene que valerles para seguir existiendo, algo que depende sobre todo de quienes consumimos. Y de quienes gobiernan. Nadie puede sentirse al margen de la sostenibilidad.
La responsabilidad social no es altruismo, ni filantropía, ni un gasto a fondo perdido para conseguir que nos quieran o nos miren bien. No lo es, y sin embargo consigue todo eso a la vez que genera empresas más flexibles, más creativas, más sólidas y mejor posicionadas en el mercado. En menos palabras: más rentables.
Pero la necesaria generalización y evolución de la RSC es la sostenibilidad que se ave -cina, o la recuperación verde que llaman, con una clave común: hay que ser capaz de mirar más allá de nuestra propia espe -ranza de vida, algo que no entiendo por qué le resulta tan difícil a la especie animal más consciente de “la insoportable levedad del ser”, que diría Milán Kundera.
La tendencia está clara. Mientras hay empresas que todavía no consideran el desarrollo sostenible o su responsabilidad social, la pandemia acelera las corrientes internacionales que ya hablaban de la urgencia de trascender estos conceptos hacia otros como el desarrollo regenerativo, la economía circular o la responsabilidad social con propósito, esto es, la actividad empresarial con conciencia de ser parte activa del necesario cambio para evitar la extinción de la vida.
Fuente: Marketing News (Revista de EMK: Registro de Expertos en Marketing y Comercialización del Consejo General de Economistas) Septiermbre 2021
Autor: Extractado del artículo de Lola Pelayo "La nueva economía postpandemia es responsable o no será nada