Hoy usamos nuestra cara, nuestra huella o nuestra voz como si fueran llaves maestras. 

Para desbloquear el móvil. Para acceder a cuentas bancarias. Para firmar documentos. 

Pero hay un problema: Tu cara no es un usuario. Tus huellas no son una contraseña. Tus datos biométricos NO se pueden cambiar si alguien los roba o los clona.

Y esto es lo que ya está ocurriendo.

Estas imágenes no son de una película de terror. 

Son reales. Y están sacadas de un informe oficial de Europol sobre las nuevas técnicas para engañar a sistemas biométricos.

Según el último informe de Europol sobre vulnerabilidades biométricas, estas son algunas de las técnicas que los delincuentes están utilizando: 

-Máscaras hiperrealistas de resina o silicona (con impresoras 3D) 

-Réplicas exactas de huellas dactilares (creadas con moldes caseros) 

-Deepfakes en tiempo real (para pasar controles faciales online) 

-Grabaciones de voz manipuladas (para acceder a sistemas de verificación por llamada)

¿Y por qué es tan peligroso? 

Porque cada vez confiamos más en la biometría como única capa de seguridad. Y lo biométrico, por definición, es imposible de revocar. 

Si te roban la contraseña, la cambias. Si te roban la cara o la huella… ¿qué haces? 

Estos son algunos de los consejos que pueden servir para evitar que nos pase esto: 

1- No uses solo biometría. Activa siempre doble factor de autenticación (2FA). 

2- No des tu huella o tu rostro a cualquier app. La moda pasa. Tu identidad se queda. 

3- Desconfía de sistemas que solo te piden una foto o una grabación de voz para "verificarte". 

4- Y si usas sistemas biométricos… que sean de fabricantes reconocidos y con protección anti-spoofing. 

La tecnología avanza. Los ciberdelincuentes también. 

Tu mejor defensa sigue siendo la misma: conocer los riesgos, protegerte antes y no regalar tus datos sin control.

Autor: María Aperador Montoya. Criminóloga especializada en Ciberseguridad

Fuente: Linkedin