El despliegue de la tecnología llamada a transformar los hábitos económicos y sociales a escala global ha comenzado en la península. Su uso masivo deberá esperar, aún, unos cuantos años.
Y llegó la hora. Aunque todo indica que la hora, en realidad, serán años. Unos cuantos. Si serán tres, cinco o diez, el dato es por el momento una incógnita. Nadie se atreve a hacer un vaticinio más o menos preciso. El despliegue de la tecnología 5G ha comenzado en España y, bajo su paraguas, alcanzará su epítome el auténtico cambio, ese que los economistas han bautizado como cuarta revolución industrial.
La siguiente evolución en redes de comunicaciones permitirá elevar a otra dimensión muchas de las innovaciones y soluciones que hasta ahora solo habían asomado la cabeza: Internet de las cosas (IoT), inteligencia artificial, big data, cloud computing... O dicho de otra forma, el 5G está llamado a alumbrar una nueva generación de servicios sobre los que hay abundante literatura, pero de los que apenas hemos visto tímidas señales: vídeo hiperaccesible en alta definición, coche conectado y autónomo, transporte de mercancías con drones, viviendas y ciudades inteligentes, operaciones quirúrgicas en remoto, fábricas robotizadas y totalmente automatizadas... Y muchos más aún por descubrir. O soñar. «Es imposible conocer lo que va a venir de la mano del 5G», sintetiza Julio Sánchez Agrelo, decano del Colegio de Ingenieros de Telecomunicación de Galicia (COETG).
Hace solo unos días, Vodafone anunciaba el despliegue de una red de comunicaciones móviles de última generación en 15 ciudades españolas, incluidas A Coruña y Vigo. Cuando esté activa, los usuarios, así sean empresas o particulares, podrán beneficiarse de esos avances asociados al 5G que representan un salto abismal respecto del actual 4G: una latencia (tiempo de respuesta del dispositivo) de entre 1 y 5 milisegundos por los 50 actuales, velocidades de transferencia de datos en bajada de hasta 50 gigas por segundo, volúmenes de tráfico que multiplican por mil los actuales, una eficiencia energética de las baterías hasta un 90 % superior, mayor fiabilidad y disponibilidad... Operadores como Telefónica y Orange aún no han desvelado sus planes, pero los mercados dan por hecho que será a partir del año que viene cuando sigan este camino.
Ocurre que los analistas son escépticos con el impacto a corto plazo de la revolución 5G. Creen que el servicio que aún puede prestar la red 4G actual, así como la inmensa malla de fibra óptica con la que cuenta España (tiene tanta como Alemania, Reino Unido, Francia e Italia juntos), van a ralentizar un despliegue que es especialmente caro y cuya rentabilidad no parece clara en tanto no se desarrollen todas esas soluciones para las que fue pensada la tecnología.
«El 5G -argumenta Sánchez Agrelo- es especial, muy distinto de lo que ocurrió con el 3G o el 4G, porque no bastará con el trabajo de los operadores [de telecomunicaciones]. Van a ser los propios sectores los que desarrollen las aplicaciones de uso y para eso hay que involucrar a todos estos agentes: a la automoción y la gran industria, a los fabricantes de sensores y de robótica, pero también a los creadores de contenidos y, por supuesto, a las administraciones».
Esta necesaria implicación de infinidad de actores va a modular el aterrizaje de una tecnología disruptiva -el 5G es una arquitectura totalmente nueva y distinta del 2G, el 3G o el 4G, que eran evoluciones de la misma- para focalizar su despliegue inicial en aquellas soluciones que resulten de interés para el mercado. Casos de uso, y de éxito, en los que la propia Comisión Europea ha puesto el foco para dinamizar la implantación de esta tecnología. Es lo que cree Antonio del Corral, presidente del Clúster TIC de Galicia: «De entrada, tenemos que pensar en el 5G como urbano y empresarial. La gran industria se va a sumar por posibilidades técnicas como la sensorización a gran escala, pero seguramente las pymes inicialmente no lo van a ver porque es demasiado caro».
Tanto el presidente del COETG como el del Clúster TIC coinciden en una conclusión que pone en valor también la directora de la Axencia para a Modernización Tecnolóxica de Galicia (Amtega), Mar Pereira: la necesidad de visualizar este momento como una oportunidad. En tanto que el 5G va a abrir la puerta a desarrollos y soluciones aún por descubrir en la mayoría de los casos, sostienen los tres que todo ello representa una ocasión para crear un ecosistema de conocimiento, para impulsar un tejido productivo que piense, cree y diseñe aplicaciones que aprovechen esta tecnología. «Las empresas y los operadores -precisa Del Corral- van a tener que colaborar para dar forma a esas soluciones empresariales y muchas podrán ser exportables y escalables si se demuestra que son viables y rentables».
Sánchez Agrelo cree que no es descabellado establecer un paralelismo con lo que ocurrió en su momento con la proliferación masiva de smartphones al calor del 4G, una etapa que vio nacer a miles de desarrolladores de apps por todo el planeta. «Lo que hay que provocar ahora es que haya mucha startup, mucha gente pensando en aplicaciones concretas. Veo clarísima la oportunidad porque, al igual que entonces con las apps, los desarrolladores pueden resolver [apoyándose en el 5G] soluciones que ni siquiera imaginamos». Soluciones que podrían atender las necesidades de las empresas y los particulares en cualquier ámbito, y que podrían constituirse en una suerte de nuevo sector dentro del ecosistema tecnológico que desde hace años se está edificando en las tierras de Breogán.
Por el momento, Galicia es una de las dos comunidades españolas, junto a Andalucía, que se han situado a la vanguardia en el despliegue de la nueva generación de redes móviles en la península al conseguir el apoyo económico del organismo público estatal Red.es, que va a financiar un proyecto de factura galaica con ocho casos de uso. Paralelamente, la Xunta ha puesto en marcha el Nodo de Cooperación 5G para trabajar en la misma senda. Entre ambas actuaciones, la comunidad explorará las posibilidades de 18 proyectos piloto en múltiples ámbitos: extinción de incendios, asistencia sanitaria, reconocimiento facial, formación, coche conectado... Una nueva generación de servicios que habrán de facilitar pistas sobre un futuro trufado de tantas incógnitas como oportunidades.
Fuente: lavozdegalicia.com
Autor: MANUEL Blanco