Según la RAE, disrupción signica “rotura o interrupción brusca”. “Un proceso o un modo de hacer las cosas (...) que se impone y desbanca a los que venían empleándose”, añade la Fundación del Español Urgente. El concepto en este contexto está ligado a la innovación y a la tecnología. Por tanto, podríamos –en este marco- definir ‘innovación disruptiva’ como aquella que supone una ruptura en relación con productos y/o procesos existentes hasta ese momento, a los cuales reemplaza.
“Uber es la compañía de taxis más grande del mundo y no tiene vehículos. Facebook es el propietario de medios más popular del mundo y no crea contenido. Alibaba es el minorista más valioso y no tiene inventario. Y Airbnb, el mayor proveedor de alojamiento del mundo, no tiene propiedades inmobiliarias. Algo interesante está pasando”. Así lo señalaba ya en 2015 Tom Goodwin, vicepresidente de estrategia e innovación de la multinacional Havas Media.A estas plataformas y apps, se suman los avances en inteligencia artificial y su aplicación a productos (como los coches autónomos) y servicios (desde chat- bots o asistentes virtuales ‘inteligentes’ hasta diagnósticos médicos y selección de tratamientos individualizados); la internet de las cosas (IoT); los drones; la fabricación digital e impresión 3D; la realidad virtual y la realidad aumentada, o la blockchain (que promete desde contratos inteligentes hasta una identidad digital global única).
Lo que está pasando tiene un nombre: disrupción. Un término cuya popularidad en los últimos años ha ido in crescendo. Tanto que las menciones sobre “innovación disruptiva” en los medios de comunicación aumentaron más de un 440% entre 2010 y 2015, según señala el informe “Las ventajas de la disrupción. Megatendencias para el futuro de EY”.
La palabra era poco frecuentada hasta la fuerte irrupción de start-ups tecnológicas en el mundo de los negocios que han irrumpido en sectores tradicionales como el turismo o el transporte (en el caso de Airbnb o Uber), o que han generalizado un nuevo medio de comunicación (en el caso de Facebook, Twitter y otras redes sociales) o transformado el modelo de negocio de la compraventa de bienes y servicios (en el caso de Alibaba o Amazon, por poner los dos ejemplos más significativos).
La tecnología se ha convertido en un elemento transformador en potencia que ya se aplica para optimizar procesos, automatizar servicios, hacer más eficiente el encuentro entre oferta y demanda o eliminar intermediarios, y que promete otro largo etcétera de bondades por llegar en los próximos años, provocando innovación disruptiva.
Fuente: Modelos de negocio disruptivos. Fundación BANKINTER